sábado, 30 de maio de 2020

E no jornal de Havana... (hoje)

Los corona-malthusianistas





La pandemia del coronavirus ha reflotado abominables teorías de control demográfico, que algunos suponían ya erradicadas del pensamiento global. Las noticias en tal sentido son casi diarias, pero la mayoría proviene de las grandes “democracias occidentales”, o sea de las naciones más ricas y desarrolladas del orbe.


Quizá la más fresca la represente lo declarado por Kenneth Turnage, miembro de la Comisión de Planificación de la ciudad de Antioch, California, quien (como lo denuncia el periódico La Opinión de Los Ángeles, en su edición del 2 de mayo) expresó que “se debería permitir que la Covid-19 siga su curso natural, matando a los ancianos y las personas sin hogar, para arreglar lo que es una carga significativa para nuestra sociedad”.

De acuerdo con otro medio estadounidense a la manera de East Bay Times, el funcionario gubernamental fue a más y sostuvo que “el virus debía correr a raudales” entre desfavorecidos económicos y enfermos mentales.

Aunque en Cuba algo así sorprenda profundamente, no resulta nada inusual empero en EE.UU., antes y ahora en medio de la pandemia. El 23 de marzo, Dan Patrick, vicegobernador de Texas, soltó al aire, en horario estelar, a la reaccionaria cadena televisiva Fox News (la más trumpista del país) esta sui géneris exhortación a aniquilar a los adultos mayores: "Si alguien me propusiera que si como persona mayor estaría dispuesto a no sobrevivir a cambio de mantener los Estados Unidos que queremos para nuestros hijos y nietos, si este fuera el intercambio, estaría totalmente dispuesto". 

Nada para perder la calma, lógicamente visto ello desde el prisma político de un país que en la práctica ha obrado de esa manera (como también lo han hecho otros europeos: en la no tan castigada Bélgica, por ejemplo, las autoridades pidieron a los médicos que dejaran de hospitalizar a las personas mayores y más “débiles” que contrajeran la Covid-19), al echar un lado a los ancianos en los hospitales, para salvar a los que “tienen más posibilidades”.

Cuanto hacen verbalmente público Turnage, Patrick u otros que el espacio impide consignar representa el pensamiento oficial de la cúpula política de Washington -aunque por supuesto ellos no puedan pregonarlo así de forma tan directa, pero en la práctica lo demuestran a través de su eugenésica gestión de la pandemia-, que, como sabe que el coronavirus afecta fundamentalmente a negros, hispanos, inmigrantes y personas sin hogar, o bien lo ven en su “evangelismo” lunático como una “plaga divina” contra los “descartables”; o bien cual la feliz expresión en la práctica de las teorías malthusianistas.

Los conceptos del británico Thomas Robert Malthus, como recordaremos de los tiempos del pupitre escolar, apuntaban a la pertinencia de un orden regulatorio que equilibrara “la falta de correspondencia entre la cantidad de recursos para subsistir y el número de habitantes”, a través de “guerras, epidemias, limitación de los matrimonios” u otros procedimientos para reducir la población. Teoría estúpida y antinatural donde las haya, refutada a su gusto por Marx y hasta por el propio capitalismo (la comida actual, con excedentes anuales que son echados a la basura por las transnacionales, sobra para alimentar a dos planetas), pero que sin embargo nunca dejó de ser confiable en la mente malévola de quienes intentaron, e intentan, ser dueños del mundo.

Hitler llevó a un punto superior el malthusianismo al practicar la eugenesia en su variante más negativa y el exterminio abierto. Lo que ocurre hoy día en los Estados Unidos –llámesele ecofascismo burgués, llámesele limpieza étnica por la vía de un virus, reingeniería social o despoblamiento por conducto de la “vista gorda”-, con cerca de 70 mil muertos (la mayoría determinante pobres, negros o hispanos), se asemeja mucho con lo pensado por el clérigo anglicano y solo difiere en procedimientos, en formas de cometer el crimen, de lo ejecutado por el pigmeo asesino de Baviera. Sí, de acuerdo, Trump no los está mandando a matar Trump directamente, porque de ello se encarga su sistema de exclusión, el más perfecto de la historia en olvidarse de los necesitados. Por otro lado, a los tres meses del comienzo de la enfermedad, la Casa Blanca sigue resistiéndose a elaborar un plan coordinado para realizar las millones de pruebas que los expertos aseguran son necesarias para contenerla.


Los propios libros de historia de los Estados Unidos nos permiten saber que el Tercer Reich se inspiró, a la hora de implementar sus políticas de “higiene racial” y la práctica de esterilizaciones masivas a no “arios” en metodologías previas instauradas en la nación norteña. 

Para 1907 ya se aprobaba en Indiana la primera ley destinada a “prevenir la procreación de criminales, idiotas, imbéciles y violadores”. Solo siete años más tarde, siete estados promulgaban la esterilización obligatoria a todos estos y, además, los homosexuales, hasta llegarse a las 65 mil. 

Hacia 1922, Henry Laughlin, superintendente de la Oficina de Registros de Eugenesia, confeccionó un prototipo de ley, acogido de modo fervoroso por otros dieciocho estados, donde comenzaron a celebrar concursos en los cuales se premiaba a las “familias más aptas”. En las ferias no era extraño apreciar pancartas con el siguiente contenido: “ciertos sujetos nacen para ser una carga para los demás”. Fue hace casi cien años, no obstante sea lo mismo por lo que abogan hoy día Kenneth Turnage y tantos otros allí.  

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