Hoje, 21 de setembro, com o "inverno" dando adeus, com os sabiás numa cantoria compulsiva e interminável e com os ipês brancos dando um show de luxuria, de magnificência e de narcisismo que contrasta com a canalhice tradicional da cidade, desci à rua e o abri: página 49.
"Soy un hombre que mea ampliamente y com frecuencia, lo cual, me dicen, es un signo de gran actividad mental. No obstante, soy un hombre angustiado cuando camino por las calles de Nueva York. Me pregunto constantemente donde estará la próxima parada y si podré aguantar tanto tiempo. En invierno, cuando estás sin un real y con hambre, es grato detenerse unos minutos en un subterráneo y caliente retrete público, pero cuando llega la primavera, es totalmente distinto. A uno le gusta mear al sol, entre seres humanos que te miran y te sonríen desde arriba. Y aunque una mujer en cuclillas sobre un orinal de porcelana no sea precisamente una visión gozosa, ningún hombre con el menor sentimiento puede negar que el espectáculo de un hombre, de pie tras un pedazo de hojalata, mirando hacia el gentío con una sonrisa satisfecha, cómoda y vacía, con una expresión placentera, reminiscente y agradable, no sea una buena cosa. Aliviar una vejiga llena es uno de los grandes placeres humanos..."
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