No jornal argentino El Mundo, 14 de fevereiro de 1930, foi publicado o texto abaixo, (sugestão de discurso) de autoria de um dos melhores escritores argentinos, Roberto Arlt, texto que mais tarde, foi incluído em seu livro Elogio de la vagância. Vejam, como 93 anos depois, ainda segue adequado para descrever o modus operandi no cortesãnato político do continente...
"...Mi finalidad no es salvar al país de la ruína en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no, señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al trabajo de sa que con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato.
Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo duden, señores. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino 'evolutivamente'. (...) Cierto es que quiero robar, pero ?quién no quiere robar? Díganme ustedes quien es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bitoca, y esto es injusto. Yo venderé a mi patria, opero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa. Pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano, y no solo traficaré el estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el estado, lo cual es un medio más eficaz de evitar la guerra que teniendo armas de ofensiva efectiva, le ragatearé el pienso al caballo del comisario e impuesto a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines... Lo que no robaré yo, señores! ? Que es lo que no robaré?, díganme ustedes. Y si ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio 'ipso facto' a mi candidatura.
Señores... verán ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas que quieren salvar al país, el absolutamente único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina... Incluso, me propongo vender el Congresso e instalar un conventillo o casa de departamento en el palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores..." (Roberto Arlt, Elogio de la vagancia. pp. de 26 a 29, LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2015)
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