Franco Basaglia: "Debajo de toda enfermedad psíquica hay un conflicto social"
«Bajo toda enfermedad psíquica hay un conflicto social.» Esta aseveración resume el pensamiento de Franco Basaglia, considerado uno de los fundadores de la denominada antipsiquiatría, que dirigió ayer en Madrid un vivo debate, en la sede del Hospital de la Cruz Roja. Basaglia criticó fuertemente las prácticas psiquiátricas, la organización hospitalaria, en general, y al propio Laing, que, según él, no ha llegado a la conclusión final de sus especulaciones.
«El biologismo está en descenso -dijo Basaglia-. Después vino el psicoanálisis... Y éste está siendo sustituido por el conductismo, que, al explicar el aprendizaje de los niños, por ejemplo, como un sistema de premios y castigos, muestra cómo la ciencia es un sistema de control social.»Para Basaglia, la ciencia es empleada por la ideología dominante. Lo que sucede es que su modo de ejercerse cambia con las circunstancias. «Se advierten claramente tres etapas en la psiquiatría moderna -prosigue Basaglia- En el siglo XIX, bajo la influencia de la incipiente revolución científica, se produce la psiquiatría de los electro-shocks; después, con el desarrollo de los fascismos, la violencia se acentúa: entonces tiene lugar la psiquiatría de los shock con insulina, las lobotomías ... ; en el actual momento, más democrático, el poder se difumina; es el momento de los barbitúricos y la psicoterapia... Todo el mundo quiere tomar barbitúricos y hacer psicoterapia... »
Para el antipsiquiatra italiano, «bajo toda enfermedad o trastorno psíquico hay un problema social». El problema psiquiátrico es, por tanto, más que psiquiátrico: afecta a la medicina general, a la sociedad entera: «En Chile, durante el Gobierno de la Unidad Popular, por ejemplo -continúa-, disminuyó el alcoholismo. ¿Por qué? ¿Es que había mejores técnicas psiquiátricas? No; es que estaba cambiando el contexto social ... »
Cambiar los hospitales .
El mundo hospitalario expresa -según dijo Basaglia- las profundas contradicciones sociales. «El problema es: ¿cómo dar a conocer que el hospital general es una mierda y no sólo el sanatorio psiquiátrico? Lo de los sanatorios psiquiátricos ya está muy dicho. ¿Cómo cambiar los hospitales? Existen muchas contradicciones... Las enfermeras, por ejemplo, que son el anillo de unión entre enfermos y médicos, aun perteneciendo a las clases populares, son uno de los elementos más reaccionarios ante el cambio ... »
El cambio, para el psiquiatra italiano, es definitivamente social, y en eso se enfrenta con otras posturas antipsiquiátricas: «La relación médico-paciente mejora con la toma de conciencia por parte del médico de su carácter de oprimido y opresor... El planteamiento de la antipsiquiatría es absurdo. La alternativa no es eliminar o cambiar esas personas de las instituciones hospitalarias, sino fomentar y asumir las contradicciones. »
Refiriéndose en concreto a Laing, el psiquiatra británico que sustituyó los manicomios por comunidades de apoyo y terapia, afirma que «Laing abandonó la psiquiatría institucional para ir a crear nuevas instituciones. La situación en el Reino Unido explica la aparición de una antipsiquiatría frente a la medicina socializada también represiva. El término antipsiquiatría no tiene sentido... Laing está en camino de convertir su actividad en algo intelectualista ... El, en su crítica a las instituciones psiquiátricas, no se pregunta cómo y por qué sucede lo que sucede en los manicomios.»
La crítica a la psiquiatría tradicional, según él, debe extenderse a todos los mecanismos sociales, incluso a los nuevos entes que surgen con la revolución: «Cuando el poder revolucionario toma el poder -afirma Basaglia- existe el riesgo de que la psiquiatría siga controlada. En la Unión Soviética, por ejemplo, ha surgido tras la revolución una burocracia desconectada de las verdaderas necesidades populares... y esa burocracia también maneja a los psiquiatras. »
Revolución de la locura
La postura antipsiquiátrica, aun adquiriendo matices diversos, tiene un núcleo común: el rechazo de la terapéutica del loco tal como ha venido empleándose.
Hay en todos los fundadores del movimiento una postura enfrentada con el contexto social: «Cortarles la cabeza a los psiquiatras. Eliminar a la familia. Aprender a vivir una sexualidad orgásmica y no sólo procreativa. No dejarse esclavizar por los horarios del patrón. Y, sobre todo, favorecer el desarrollo en cada uno de nosotros del benéfico germen de la locura. Esta es la verdadera revolución.» Así se expresaba recientemente en una entrevista con Josep Sarret, publicada en una publicación española, El Viejo Topo, otro de los fundadores. en la década de los sesenta, de la llamada antipsiquiatría: David Cooper.
Cooper, convencido de que «el verdádero orgasmo es lo revolucionario» y de que sólo la sexualidad y la locura pueden destruir la sociedad represiva. decidió, con Laing, suprimir psicofármacos. electroshocks. camisas de fuerza para los enfermos, etcétera, en el pabellón veintiuno del hospital psiquiátrico de Londres. Según él, habría que pasar de la antipsiquiatría a la no psiquiatría...
«Llevo toda una vida combatiendo contra el sentimiento de culpabilidad. Debe convencerse a las gentes para que acepten su propia locura sin temor. Hay que recuperar a la locura como una propiedad social común..., sobre todo mandando al carajo a los expertos, cortando la cabeza a los psiquiatras. »
Locos a la calle
Giovanni Jervis, otro líder del movimiento antipsiquiátrico mundial, sacó a los enfermos del hospital psiquiátrico, integrándoles con los obreros y campesinos de Reggio Emilia (Italia), «proporcionando a las gentes para tratarles tan sólo una información mínima, para que fueran capaces de comprender los mecanismos de la locura, y una auténtica educación política, nada más», según Cooper.
Según Giovanni, Jervis, debe abrirse un discurso crítico más concreto sobre la psiquiatría en su conjunto, sobre su historia, sus métodos de cura, el psicoanálisis, sobre conceptos como normalidad, psicosis, neurosis, delirio, pero, por encima de todo, sobre el modo real de comportamiento de los psiquiatras en su actividad profesional y sobre las teorías que elaboran a partir de esta actividad.
La contestación en profundidad de la actividad psiquiátrica tal como suele ser ejercida, de la que no escapa el psicoanálisis institucionalizado y la defensa del profundo mensaje de la locura, son algunas de las características de la antipsiquiatría.
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