La industria lechera es un negocio y, como tal, no le es rentable que la ternera beba la leche que pretende vender. Por eso se separa al recién nacido y se lo alimenta con sustitutos más baratos, enriquecidos con proteína vegetal, hormonas y antibióticos. A las madres, aún conmocionadas, se las conecta a las máquinas de ordeñar para robar la leche que estaba destinada a sus hijos y venderla para el consumo humano.
Un mes y medio después, mientras siguen siendo ordeñadas a diario, reciben la visita del violador de turno, que las volverá a inseminar fríamente para que queden preñadas. Durante el embarazo, seguirán siendo ordeñadas varias veces al día, ya que ésta es la función que la industria les ha asignado. Tras 9 meses y medio, otra vez, la vaca se prepara para dar a luz una nueva criatura que será robada de nuevo, reactivando el ciclo una vez más.
Es difícil ignorar el dolor y el llanto de una madre a quien le roban a su hijo. Aun así, es una práctica común en el mundo cuando se trata de las vacas. Pero… es la única manera viable de suministrar las enormes cantidades de leche, queso, yogures y helados a las que la sociedad se ha acostumbrado.
En vez de vivir 25 años, como sería normal, las vacas lecheras raramente alcanzan la edad de seis. Cuando sus cuerpos violados, exprimidos y cansados ya no producen las enormes cantidades de leche que son rentables para el negocio, deben hacer sitio a hembras más jovencitas que mantengan los objetivos y las ganancias al máximo. Pero aún les sacan un último provecho: son cargadas en vehículos y transportadas a mataderos para servir de hamburguesas y otros embutidos, o para servir de alimento a otros animales.
Tanto las vacas lecheras desahuciadas como sus hijos varones destinados a la industria de la carne llegan a los mataderos donde les espera una verdadera cadena de desmontaje. Tras ser empujados con palos eléctricos para avanzar por el pasillo por donde se niegan a pasar, el suelo que pisan desaparece para dejarle paso a una barra automática que transportará a los animales a la primera estación. Ahí los espera una persona que les dispara en la cabeza con una pistola de bala cautiva, con el fin de dejarlos inconscientes y facilitar el resto del procedimiento. Es la etapa del aturdimiento.
Para quitarle la vida a la vaca, se la degüella y se espera a que se desangre. A menudo, la sangre también se recoge para su comercialización. Después se procede a quitar la piel y a descuartizar el cadáver. Cada etapa tiene un número de segundos o minutos contados. La línea de “producción” no se puede detener ni un momento. LA REVOLUCIÓN VEGANA - Joseph de la Paz
La industria lechera es un negocio y, como tal, no le es rentable que la ternera beba la leche que pretende vender. Por eso se separa al recién nacido y se lo alimenta con sustitutos más baratos, enriquecidos con proteína vegetal, hormonas y antibióticos. A las madres, aún conmocionadas, se las conecta a las máquinas de ordeñar para robar la leche que estaba destinada a sus hijos y venderla para el consumo humano.
ResponderExcluirUn mes y medio después, mientras siguen siendo ordeñadas a diario, reciben la visita del violador de turno, que las volverá a inseminar fríamente para que queden preñadas. Durante el embarazo, seguirán siendo ordeñadas varias veces al día, ya que ésta es la función que la industria les ha asignado. Tras 9 meses y medio, otra vez, la vaca se prepara para dar a luz una nueva criatura que será robada de nuevo, reactivando el ciclo una vez más.
Es difícil ignorar el dolor y el llanto de una madre a quien le roban a su hijo. Aun así, es una práctica común en el mundo cuando se trata de las vacas. Pero… es la única manera viable de suministrar las enormes cantidades de leche, queso, yogures y helados a las que la sociedad se ha acostumbrado.
En vez de vivir 25 años, como sería normal, las vacas lecheras raramente alcanzan la edad de seis. Cuando sus cuerpos violados, exprimidos y cansados ya no producen las enormes cantidades de leche que son rentables para el negocio, deben hacer sitio a hembras más jovencitas que mantengan los objetivos y las ganancias al máximo. Pero aún les sacan un último provecho: son cargadas en vehículos y transportadas a mataderos para servir de hamburguesas y otros embutidos, o para servir de alimento a otros animales.
Tanto las vacas lecheras desahuciadas como sus hijos varones destinados a la industria de la carne llegan a los mataderos donde les espera una verdadera cadena de desmontaje. Tras ser empujados con palos eléctricos para avanzar por el pasillo por donde se niegan a pasar, el suelo que pisan desaparece para dejarle paso a una barra automática que transportará a los animales a la primera estación. Ahí los espera una persona que les dispara en la cabeza con una pistola de bala cautiva, con el fin de dejarlos inconscientes y facilitar el resto del procedimiento. Es la etapa del aturdimiento.
Para quitarle la vida a la vaca, se la degüella y se espera a que se desangre. A menudo, la sangre también se recoge para su comercialización. Después se procede a quitar la piel y a descuartizar el cadáver. Cada etapa tiene un número de segundos o minutos contados. La línea de “producción” no se puede detener ni un momento.
LA REVOLUCIÓN VEGANA - Joseph de la Paz
Estamos lascados porque os dois são pau a pau, ahahahahahah.
ResponderExcluirhttps://www.youtube.com/watch?v=aJ5rh9feoRM