El manual del perverso narcisista para hacerte la vida imposible
Por medio del bulo y la humillación, este tipo de agresores falsean situaciones para destruir la imagen de su objetivo (un familiar, pareja o compañero de trabajo)
Desde los años 80, psiquiatras franceses analizan la figura del perverso narcisista, que practica a sus anchas el llamado acoso moral en entornos sociales y laborales. Por medio del bulo, la mentira y las humillaciones, este tipo de personas falsean situaciones para destruir la imagen de su objetivo (un familiar, pareja o compañero de trabajo) y elevar al tiempo la suya propia. “Buscan alimentar su gloria a costa de la derrota de los demás, creyendo que, por cada pie que aplastan, ganan un pie de altura”, definía hace 30 años el psiquiatra Paul-Claude Racamier, creador del término.
1. ¿Por qué acosan?
Son muy populares y aparentan tenerlo todo, pero “los perversos narcisistas sienten una envidia muy intensa hacia los que parecen poseer cosas que ellos no poseen o hacia los que simplemente gozan de la vida”, explica Marie-France Hirigoyen en un ensayo crucial para entender a esta figura: El acoso moral(Planeta de Libros). Uno de sus objetivos es vampirizar esa energía y arrebatarle sus pasiones o, en el ámbito laboral, su capacidad profesional.
“Los bienes a los que nos referimos son rara vez materiales. Son cualidades morales difíciles de robar: alegría de vivir, sensibilidad, comunicación, creatividad”, enumera la francesa en su libro. El agresor buscar destruir esas virtudes provocando ansiedad y depresión en su víctima. Que el agredido cometa suicidio es una de las grandes victorias del perverso narcisista, advierte Hirigoyen. En muchas ocasiones, si detecta que su objetivo sobrevive y avanza a pesar de sus ataques, hará de nuevo acto de presencia de forma directa o indirecta en su vida.
2. ¿Qué significa la ecuación perverso + narcisista?
El escritor Javier Cercas realizó en El impostor un microscópico análisis de la figura Enric Marco, un narcisista (aunque no perverso) que inventó ser superviviente del Holocausto. Recurre en sus páginas al relato del poeta romano Ovidio para explicar que Narciso no se enamora de sí mismo. En realidad se odia, se horroriza de sí mismo. Fabrica, a base de autobombo, una fantasía halagadora, una mentira a través de la cual se camufla y esconde su realidad, la inmundicia absoluta de su vida, su mediocridad y vileza, apunta Cercas.
"El perverso narcisista tiene una gran falla narcisista, lo que protege es su imagen. Detrás de su apariencia de omnipotencia, es alguien extremadamente frágil", destaca Jean Charles Bouchoux en su nuevo libro, Los perversos narcisistas (Arpa editores), que acaba de publicarse en España. Lo que le diferencia de un narcisista es su componente perverso, que le genera la necesidad de destruir la imagen de otro al tiempo que intenta mejorar la suya.
3. ¿Está libre de peligro quien apoya a un perverso narcisista en su acoso?
“Son directamente peligrosos para sus víctimas, pero también para su círculo de relaciones”, advierte Hirigoyen, quien recuerda que uno de los hábitos más comunes de estos agresores es el de provocar conflictos entre terceros, por lo general entre alguno de sus aliados y su objeto de agresión.
En esa idea coincide Jean Charles Bouchoux. El francés recuerda que las personas cercanas al perverso se ven envueltas en sus manipulaciones, aunque también recuerda que pueden actuar para no convertirse también en sus víctimas. "Los testigos de este acoso son capaces de negarle el poder que pretende aparentar, siempre que no caigan en sus manipulaciones", explica a Verne en conversación telefónica.
No conviene temer ni glamurizar a estos narcisos vacíos, que adoptan la identidad que les sea necesaria en cada momento. Todas las imágenes que proyectan son falsas y buscan ganar adeptos a través de la admiración o el miedo.
4. ¿Cómo funciona su acoso moral?
Un ejemplo del acoso del perverso narcisista se encuentra en Lolo, comedia de Julie Delpy estrenada este verano en salas españolas.
Fase 1: Es tan masoquista como sádico
Primero establece una relación cercana con su objetivo para desestabilizarlo sin que haya testigos. “Las insinuaciones, las alusiones malintencionadas, los dobles sentidos, la mentira y las humillaciones” son la Biblia de este acosador, destaca Marie-France Hirigoyen.
Estos ataques sirven para descubrir en su víctima a un sádico o a un masoquista. Si ante este soterrado acoso decide actuar de forma sumisa, se prolongará en el tiempo una relación de maltrato ampliamente tratada por la psicología. Cuando el agredido en cambio no tolera los ataques, éstos se intensifican.
Y entonces el agresor perverso, como buen narciso vacío, adopta el rol opuesto de masoquista, manteniendo ataques para provocar reacciones en el otro. Recurre así de nuevo al juego de apariencias y se presenta como el agredido, alguien que es víctima de su propio carisma ante la envidia ajena: “Lo importante para él es que su objetivo a batir parezca responsable de lo que le ocurre”, dice Marie-France Hirigoyen.
Fase 2: Se despierta el cisne negro
Al difuminarse la línea entre agresor y agredido, aflora en la víctima su cisne negro. Aquello que le ha permitido sobrevivir, también lo mata por dentro. Y es ahora, que se alcanzan altas cotas de ira cuando el perverso narcisista se aparta, incluso geográficamente, y espera que sus apoyos perpetúen el conflicto, sin informar de las altas cotas de violencia a las que ha sometido al agredido.
El perverso desea que ambos, su aliado y su objetivo, terminen mal: “Para un perverso, el placer supremo consiste en conseguir la destrucción de un individuo por parte de otro y en presenciar ese combate del que ambos saldrán debilitados y que, por lo tanto, reforzará su omnipotencia personal”, relata el ensayo El acoso moral.
Repetimos que el perverso solo es peligroso si los demás se lo permiten: Él propone y sus aliados disponen. “Su mayor fracaso es el de no conseguir atraer a los demás al registro de la violencia. Es la única manera de atajar sus intenciones” y de que quienes le apoyan no se vean envueltos en ellas, como busca.
5. ¿Por qué caemos en las manipulaciones de un perverso narcisista?
El mayor recurso de un perverso narcisista se fundamenta en las falsas apariencias. Las sociedades se construyen a través de tópicos y todo narcisista sabe manejarlos para obtener el aplauso ajeno y, con ello, el éxito social y profesional. Más todavía en una sociedad frenética, en la que construimos juicios a partir de relaciones superficiales. Por eso, podemos encontrarnos con que colaboramos en el acoso de uno de estos agresores.
Gracias a la simplificación de los tópicos, nuestro día a día se desarrolla de la manera más rápida y sencilla posible. Un ejemplo de ello es el principio científico de la Navaja de Ockham, que determina que tendemos a quedarnos con la opción menos compleja posible. "La explicación más simple y suficiente sería la más probable, mas no necesariamente la verdadera”, defiende.
Lo cierto es que somos susceptibles a todo tipo de engaños, no por faltos de inteligencia, sino por pura economía biológica, según la teoría de Ockham. Nos creímos durante décadas a Enric Marco, porque pensar que su teoría era falsa resultaba la opción más rebuscada. Lo mismo ocurrió con Rachel Dolezal, dirigente de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color haciéndose pasar por negra durante años cuando era en realidad blanca. Ambos son ejemplos de narcisistas, aunque en ellos no se encuentra el ingrediente perverso.
6. ¿Qué efectos produce tal aislamiento en el agredido?
Ante el juego de falsas apariencias, la víctima pierde en el proceso muchos aliados. "Es importante que logre comunicar con claridad lo que ocurre cuando esté preparada para hacerlo", dice el psicólogo francés Jean Charles Bouchoux.
El agredido sabe que su verdad es la opción que, por compleja, suele ser rechazada. ¿Puede cualquier otra víctima denunciar este tipo de acoso moral, basado en ataques soterrados y permanentes de alguien que aparenta gozar de una vida llena de alicientes, sin resultar paranoica, egocéntrica o envidiosa ante los ojos de los demás?
En el conflicto entre agresor y agredido, tendemos a pensar que una persona que siempre aparenta ser resuelta y divertida es más estable y sólida que aquella que, en ocasiones, se muestra frustrada, deprimida o airada -como resultado de la situación que está viviendo y a menudo provocada por su agresor-. En realidad, lo normal en una persona mentalmente sana es desarrollar un amplio rango de emociones y no solo demostrar las positivas.
El juego de apariencias se agranda cuando se hacen evidentes las secuelas de enfrentar de manera prolongada la ansiedad y la depresión que genera este acoso. Los agredidos viven con la tensión permanente de pensar que, allá donde vayan, los bulos generados por su agresor habrán llegado antes. “Para resistir psicológicamente, es importante recibir algún tipo de apoyo. A veces, basta con que una sola persona sepa exprimir la confianza en sí misma de la víctima”, apunta Hirigoyen.
Ver tb: https://juegosucio-psicopatia.blogspot.com.br
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