"Arrastrados por el torbellino de esta época de guerra, sólo unilateralmente informados, a distancia insuficiente de las grandes transformaciones que se han cumplido ya o empiezan a cumplirse y sin atisbo alguno del futuro que se está estructurando, andamos descaminados en la significación que atribuimos a las impressiones que nos agobian y en la valorización que atribuimos y en la valorización de los juicios que formamos. Quiere parecernos como si jamás acontecimiento alguno hubiera destruido tantos preciados bienes comunes a la Humanidad, transtornado tantas inteligencias, entre las más claras, y rebajado tan fundamentalmente las cosas más elevadas. Hasta la ciencia misma ha perdido su imparcialidad desapasionada! Sus servidores,profundamente irritados, procuram extraer de ella armascon laque contribuir a combatir al enemigo. El antropólogo declara inferior y degenerado al adversario, y el psiquiatra proclama el diagnóstico de su perturbación psíquica o mental. Pero, probablemente sentimos con desmesurada intensidad la maldad de esta época y no tenemos derecho a compararla con las otras que no hemos vivido... (...) La decepción que esta guerra ha provocado y el cambio de actitud espiritual ante la muerte al que - como todas las guerras - nos ha forzado..."
"...El adulto civilizado no acogerá gustoso entre sus pensamientos el de la muerte de otra persona, sin tacharse de insensibilidad o de maldad, a menos que su profesión de médico o abogado, etc., le obligue a tenerla en cuenta. Y mucho menos se permitirá pensar en la muerte de otro cuando tal suceso comporte para él una ventaja en libertad, fortuna o posición social..."
Nenhum comentário:
Postar um comentário