“A mi entender este baile constituye uno de los momentos más estremecedores que se han rodado en el cine español. Un baile que, a parte de su belleza, hay que situar en el contexto de la propia película, única manera de que alcance su verdadera dimensión y su sentido más profundo, porque no se trata de un baile cualquiera. La bailarina taconea sobre la tumba del cacique que había asesinado a su padre, lo que unido al momento en que se rodó (1975, poco antes de la muerte de un Franco ya agonizante), lo convierte en una hermosa metáfora sobre la justicia y sobre la esperanza en que las cosas ya no volverán a ser lo que fueron.” Antonio Gómez
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